sábado, 26 de febrero de 2011

EL AGUIJÓN

“Yo lo haré, te obedeceré, sin reservas ni condiciones te serviré”

Una canción que cantamos muchas veces, solo llega a nuestra mente, sacia nuestras emociones, mas no llega a nuestro corazón, la  cantamos mas no la vivimos.

¿Qué tal si hiciéramos tal cual cantáramos?
Pasarían cosas maravillosas en nuestra vida y en la de otros por medio de nosotros.

Nuestra casa está llena de tristeza, extasiada de necesidad, hambre y sed de Dios; anhelamos un avivamiento pero no lo buscamos y falta sabiduría para saberlo buscar.

Un sinnúmero de personajes se sienten en soledad porque no encuentran con quien hacer la obra y otros porque necesitan aprender pero los han dejado desamparados, sin cuidado, sin enseñanza, son amor.

Muchas ovejitas dispersas, con su presencia en casa pero con su corazón en las cosas del mundo. No encuentran respuestas, soluciones, ni ven saciada su necesidad.

¿Dónde quedan los ministros de Dios que dicen “YO LO HARÉ”?
¿Dónde quedan las ovejas que saben escuchar la voz de su pastor?

La responsabilidad de encontrar el avivamiento es de todos, desde el más chico hasta el más anciano.

Aquí es donde aparece el AGUIJÓN, mucha gente que sufre pero que pone su mirada en los demás y no en Dios, llegan al cansancio y dejan su casa; ovejitas descarriadas que se alejan del pastor.
Huimos de casa, huimos de los problemas sabiendo que debemos aprender a amarlos por aquello que dijo Pablo:

“Pero también nos alegra tener que sufrir, porque sabemos que así aprenderemos a soportar el sufrimiento”.  Romanos 5:3

Además si en la vida de un cristiano no hay problemas, de seguro que las cosas no andan bien, ya que todo cristiano usado por Dios debe tener un AGUIJÓN en su vida, debe sufrir y pasar por dificultades para que pueda entender a todas aquellas almas que Dios quiere rescatar por medio de ellos.
Un cristiano sin AGUIJÓN se verá neutralizado ante alguna situación que una persona le presente y no podrá hacer con diligencia y mucho menos con amor la obra de Dios. Dejando de importarnos el dolor pensando en los demás.

Así que si queremos servirle a Dios SIN RESERVAS NI CONDICIONES, debemos disponer todo lo que somos, disponernos para sufrir padecimientos, disponernos a tener un AGUIJÓN, disponernos a amar y comprender a los demás, dejar de temer y no solo cantar por cantar, sino ACTUAR.